La provincia de Cádiz ha alcanzado un gran éxito a base de rutas de la tapa, del atún, del retinto, y de otros muchos y variados productos, y cuando llega el verano … pues eso: ya está aquí el verano, no hace falta mayor atracción. Las tapas, los pescados, las carnes, las verduras, incluso las algas, están ahí y la gente de fuera las pide. El negocio es seguro
Pero ¿seguiremos así toda la vida? ¿Nos vamos a quedar en esto que se ha conseguido (con esfuerzo y dedicación, por supuesto) sin avanzar más?
La realidad es que empiezo a detectar un hartazgo, débil, eso sí, pero hartazgo, entre cierto personal que asiste a tales manifestaciones. Una juerga es una juerga, y más allá de las celebraciones gastronómicas propias de las ferias y fiestas de cada localidad, la verdad es que no hay fin de semana que no se celebre algún evento gastronómico en nuestra provincia, atrayendo público, ya no sólo de dentro de nuestras fronteras, sino de otras provincias e, incluso, comunidades. Y no me refiero a las grandes muestras promocionales de vinos, quesos, etc. ya bien arraigadas a nivel nacional e internacional, sino a las mini ferias que se articulan para atraer a consumidores ávidos de productos y elaboraciones.
Pero estas cosas se acaban, porque, al final, todos hacen lo mismo, cada pueblo de cada provincia tiene un producto estrella, cuando no varios, y lo expone de esa manera, consiguiendo, no sólo promocionarlo, sino vender la localidad de la que es originario y conseguir pingües beneficios para el sector comercial local, pero saturando el mercado de celebraciones muy parecidas. Con esta proliferación, a la gallina de los huevos de oro se le va agotando el oro y sólo le quedan los huevos, y a veces ni siquiera eso.
Todo este movimiento actual debería conllevar una actuación general para intentar hacer una promoción gigantesca y unitaria de esta provincia, ya fuera a través de capitalidades gastronómicas (Sanlúcar ya lo consiguió y ello ha supuesto un notable avance de su comercio) o de institucionalizar nuestra cocina, rica cocina, a medio de una enseñanza más amplia, académica y universal de lo que son nuestras muy bien ponderadas escuelas de cocina, al modo de lo que la UCA ha hecho con el ramo del vino.
Desde diversos sectores y personas dedicada a estos menesteres se están lanzando hace un tiempo estas ideas y, la verdad, deberíamos reflexionar seriamente si con unas cuantas fiestas y rutas gastronómicas locales nos podemos dar por satisfechos con vistas al futuro